Lamentablemente aquel poderoso movimiento fue acallado por los infames patrones, ofreciendo bolitas de dulce para calmar las ansias de una educación más digna.
Hoy vemos que nuevamente se levanta el estudiante, nuevamente estamos en la calle exigiendo dignidad y la respuesta a ello es bastante clara: compañeros en DICOM, deficiente alimentación en establecimientos públicos y mala gestión deliberada por parte de del estado y la patronal. Una vez más la represión se hace presente y las lumas le siguen ganando a los lápices.
Quizás es tiempo de levantarse, no por conquistas gremiales, sino por un objetivo más grande y altruista, la acción educativa libertaria. Es decir, no queremos que nos sigan moldeando en sus fabricas de reproducción de conocimiento, queremos aprender y aprehender el mundo y con ello comprendernos como un todo. Un todo vivo, libre y que no responde a jerarquías ni modelos económicos, un todo equivalente, hermoso y nuestro.
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