“Díganle a mis hijos que voy a llegar tarde pa’ hacer almuerzo”.
Así versaban los gritos de las mujeres que habían sido detenidas minutos atrás, desde dentro de la micro de la policía militarizada.
De algún modo, esto es un símbolo de la lucha que están dando quienes no pueden acceder a un techo digno por culpa de los negocios entre el estado y los dueños del capital.
Es una pelea en la que a veces se tiene que sacrificar aquel abnegado cuidado que una madre tiene para con los suyos y su hogar, pero es una lucha necesaria en la que el pueblo trata de rasguñar algún atisbo de dignidad de esta dictadura oculta bajo la tantas veces vendida consigna democrática.
Insistimos que no hablamos aquí de exclusión, sino de marginalidad, pues como ya habíamos señalado en artículos anteriores, el sistema necesita de esta porción incluida, pero marginada, para abastecerse de mano de obra barata.
En este sentido, la bandera de lucha no es la propiedad, sino alcanzar una cuota de humanidad entre la voracidad que impone la sociedad del consumo.
Saludamos a los sin casa en esta batalla, pues mañana podremos decir, dignos y de frente, que nuestro hogar es tan grande como lo podemos imaginar.
PD: Por problemas técnicos, les debemos las fotos. Salud
1 comentario:
Saludos...
Exelente tu blog...
Muy buenas fotos...
Saludos..
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